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No me gusta volar. Me da (mucho) miedo. Y no será porque no llevo vuelos cogidos entre los obligados por mi vida profesional y los elegidos por la personal. Porque si hay algo que me gusta en esta vida (además de los zapatos) es viajar y cuanto más lejos mejor. Así que aunque el miedo pesa, las ganas de conocer mundo pesan más.
Por motivos de trabajo hace unos días volví a coger un avión y de nuevo el miedo se apoderó de mí. Los que han viajado conmigo saben lo friki que soy en el momento del despegue, aterrizaje y a la mínima que hay turbulencias.
Sin embargo y a pesar de lo extraño que es, cuando el avión consigue el equilibrio y velocidad de crucero una sensación, que me es difícil describir con palabras, va deshaciéndose del miedo para, lentamente, hacerme incluso disfrutar de mis cuatro momentos favoritos: ver amanecer y/o anocher desde el avión porque parece que formas parte de la luz, creer que puedes tocar la delgada línea que separa el mar de nubes del azul del cielo porque es casi magia, y divisar la tierra o el mar, cuando te dejan las nubes, porque te recuerda lo pequeño e insignificante que eres.
Si a esos cuatro momentos le sumas que el teléfono no suena, ni las RRSS funcionan, ni tienes que estar pendiente de la llegada de un email... la sensación no puede ser más placentera. Ya que lo único que tienes que hacer es dormitar, devorar revistas de moda o lo mejor de todo, abandonarte a que tus pensamientos te lleven allá donde ellos quieran llegar.
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Si a esos cuatro momentos le sumas que el teléfono no suena, ni las RRSS funcionan, ni tienes que estar pendiente de la llegada de un email... la sensación no puede ser más placentera. Ya que lo único que tienes que hacer es dormitar, devorar revistas de moda o lo mejor de todo, abandonarte a que tus pensamientos te lleven allá donde ellos quieran llegar.
Eso sí, a diferencia de los viajes de placer, en los de trabajo suele haber cero tiempo para el shopping y, a menudo, llegas tan justa al aeropuerto que si te descuidas pierdes el vuelo. Menos mal, que siempre está la tienda de souvenirs esperándote junto a la puerta de embarque para que puedas cargar munición y enfrentarte a un nuevo y (hopefully) buen vuelo.
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